viernes, 29 de noviembre de 2013

La productividad, el reparto del trabajo y las pensiones

Juan Fco Martín Seco
República.com 
 
En los comienzos de la industrialización los obreros contemplaban las máquinas como una gran amenaza, pensaban que podían robarles su puesto de trabajo. Su preocupación en lo inmediato no carecía de cierta lógica. Veían que allí donde se necesitaban cien trabajadores, una vez mecanizada la producción eran suficientes cincuenta para fabricar lo mismo. Sin embargo, andando el tiempo se ha visto que los descubrimientos científicos, la tecnología y la mecanización han hecho posible el desarrollo y han elevado el nivel y la calidad de vida de la clase trabajadora. Y todo ello gracias a los incrementos de productividad, que, aunque algunos pretendan confundir ambos conceptos, dista mucho de identificarse con la competitividad. De hecho, hoy la mayoría de los países y de las empresas buscan la competitividad prescindiendo de la productividad por el mecanismo de hundir las condiciones laborales y sociales.
 
Podemos afirmar sin lugar a equivocarnos que en el origen del desarrollo social y económico de las sociedades se encuentran los enormes incrementos de productividad acaecidos a lo largo de los años. Pero ha sido necesario algo más: un pensamiento y una ideología que propugnase que todos los ciudadanos se beneficiasen de esos incrementos de modo que no fuesen destinados únicamente a aumentar el excedente empresarial. Esas mejoras deberían servir para acrecentar las rentas del capital, sí, pero también para subir los salarios, e incluso para mantener económicamente a aquellos que coyunturalmente no puedan trabajar, y todo ello mediante el incremento de los ingresos del Estado que redundaría en beneficio de todos los ciudadanos a través de las prestaciones sociales.
 
Los incrementos de productividad favorecieron a los trabajadores mediante dos vías diferentes. En primer lugar, por un incremento de sus retribuciones abandonando las retribuciones de subsistencia, y rompiendo así la ley de bronce de los salarios y desmintiendo a Malthus, a David Ricardo e incluso a Marx.....

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