Fernando G. García
El blog de Nanin
En parte de la izquierda existe un renacido movimiento en defensa de los
bienes comunes, a la vista del permanente proceso de saqueo al que
éstos están sometidos y que se ha ido acelerando con la agudización de
la actual crisis capitalista. Yo pienso que se trata de una reclamación
manifiestamente insuficiente en todas aquellas formulaciones que no
cuestionan la propiedad del suelo ni de los medios de producción. Una de
las iniciativas que tiene más audiencia es la conocida como Economía del Bien Común,
promovida por el alemán Christian Felber. Este economista, junto con un
grupo de empresarios, emprendió en 2010 el desarrollo de un modelo al
que ellos consideran alternativo, tanto al capitalismo de mercado como a
la economía planificada o socialista. La implantación de este modelo la
fundamentan en una adaptación de la economía capitalista a valores
humanos, como los de confianza, honestidad, responsabilidad,
cooperación, solidaridad, generosidad y compasión. Bien es verdad que el
modelo prevee algunos límites a la propiedad privada y a la herencia,
pero de ahí no pasa y todo su modelo apunta a un modelo idílico de
empresas capitalistas sostenibles y ejemplares, capitaneadas por
propietarios muy ecologistas y solidarios, cuya finalidad es
supuestamente distinta a la convencional, basada en el beneficio
personal a través de la explotación del trabajo asalariado. A buen
seguro que se trata de una iniciativa bienintencionada, pero tan inútil
como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que al omitir el
derecho al más común de los bienes humanos -la Tierra común-, enmascara y
protege la sistemática apropiación privada de ésta y la
mercantilización del trabajo humano, impidiendo de raíz el desarrollo
efectivo de todos los derechos humanos.
Es cierto que el saqueo de los bienes comunes se había iniciado antes del capitalismo, tal y como hoy lo conocemos; y cierto es que en la época feudal la acumulación de la propiedad privada del suelo ya había sentado las bases para su actual “normalización” capitalista; como también es verdad que la tarea de garantizar su reproducción social pasó a manos del Estado, que se atribuyó la administración de los bienes comunales que habían logrado salvarse del saqueo privado-feudal, inventando “lo público” como sucedáneo de lo común. El saqueo continúa hoy sobre los escasos restos de aquellos bienes comunales primitivos y sobre los nuevos bienes comunes que la sociedad va generando en torno al conocimiento, la cultura, la información y la comunicación......
Es cierto que el saqueo de los bienes comunes se había iniciado antes del capitalismo, tal y como hoy lo conocemos; y cierto es que en la época feudal la acumulación de la propiedad privada del suelo ya había sentado las bases para su actual “normalización” capitalista; como también es verdad que la tarea de garantizar su reproducción social pasó a manos del Estado, que se atribuyó la administración de los bienes comunales que habían logrado salvarse del saqueo privado-feudal, inventando “lo público” como sucedáneo de lo común. El saqueo continúa hoy sobre los escasos restos de aquellos bienes comunales primitivos y sobre los nuevos bienes comunes que la sociedad va generando en torno al conocimiento, la cultura, la información y la comunicación......
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