Eric Toussaint .
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Serie « Bancos contra pueblos: los entresijos de una partida amañada» (3a parte)
Que no se subestime la capacidad de los gobernantes de sacar provecho de una situación de crisis
Los grandes medios abordan de forma regular las cuestiones de un
posible estallido de la zona euro, del fracaso de las políticas de
austeridad en materia de relanzamiento económico, de las tensiones entre
Berlín y París, entre Londres y los miembros de la zona euro, de las
contradicciones en el seno del consejo del BCE, de las enormes
dificultades para encontrar un acuerdo sobre el presupuesto de la UE, de
las crispaciones de ciertos gobiernos europeos con el FMI a propósito
de la dosificación de la austeridad. Todo esto es cierto, pero sobre
todo no hay que olvidar un punto fundamental: la capacidad de los
gobernantes, que se han puesto dócilmente al servicio de los intereses
de las grandes empresas privadas, de gestionar una situación de crisis,
incluso de caos, para actuar en el sentido demandado por esas grandes
empresas. La relación estrecha entre los gobernantes y el Gran Capital
no es siquiera disimulada. A la cabeza de varios gobiernos, colocados en
puestos ministeriales importantes y en la presidencia del BCE, se
encuentran hombres directamente salidos del mundo de las altas finanzas,
comenzando por el banco de negocios Goldman Sachs. Algunos políticos de
primera fila son recompensados con un puesto en un gran banco u otra
gran empresa una vez que han realizado sus buenos oficios para el gran
capital. No es nuevo pero es más evidente y regular que durante los
últimos 50 años. Se puede hablar de verdaderos vasos comunicantes.
Considerar que la política de los dirigentes europeos es un fracaso
porque el crecimiento económico no ha vuelto es en parte equivocarse de
criterio de análisis. Los objetivos perseguidos por la dirección del
BCE, por la Comisión Europea, por los gobiernos de las economías más
fuertes de la UE, por las direcciones de los bancos y de las demás
grandes empresas privadas, no son la vuelta rápida al crecimiento, ni la
reducción de las asimetrías en el seno de la zona euro y de la UE a fin
de hacer de ella un conjunto más coherente al que volviera la
prosperidad.
Entre sus objetivos principales, hay que subrayar dos:
1. evitar un nuevo krach financiero y bancario que podría revelarse peor que el de septiembre de 2008 (las dos primeras partes de esta serie han abordado este objetivo que será de nuevo desarrollado en la cuarta parte);
1. evitar un nuevo krach financiero y bancario que podría revelarse peor que el de septiembre de 2008 (las dos primeras partes de esta serie han abordado este objetivo que será de nuevo desarrollado en la cuarta parte);
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