Guillermo Almeyra
La Jornada
Los escenarios
previsibles para el año que comienza son diversos y, por supuesto,
dependen del comportamiento de los principales actores
político-económicos (los gobiernos de Estados Unidos, Alemania y China) y
de las resistencias sociales a la insaciable voracidad del gran capital
que, no contento con intentar recuperar los niveles máximos para su
tasa de ganancia, quiere además continuar a fondo su ofensiva contra
todas las conquistas sociales, culturales y políticas arrancadas al
capitalismo en la última posguerra por temor al socialismo en Occidente y
el ímpetu de la revolución colonial en el resto del mundo.
Debilitados al extremo y anulados o integrados los sindicatos,
precarizado el trabajo, reducidos los salarios reales aprovechando la
explotación salvaje de los campesinos transformados en obreros en China,
Vietnam, Malasia, Myanmar, Tailandia, Indonesia y Filipinas, sometidos a
la explotación capitalista depredadora de la agricultura y los bienes
comunes (agua, bosques, territorio, ambiente), anuladas las leyes
protectoras de los trabajadores, esa guerra contra éstos y ese saqueo de
todos los pueblos en todos los continentes aún le parecen poco a
quienes dirigen este planeta-Titanic hacia una segura catástrofe.
Para el capital, las ganancias, por grandes que sean, siempre son
pocas y los salarios miserables siempre son demasiado altos. El único
límite a la explotación –cuya tasa siempre es el resultado concreto de
un nivel de luchas sociales en un periodo dado– es la resistencia
organizada de los trabajadores y su lucha por objetivos civilizatorios.....
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