martes, 25 de diciembre de 2012

Olas que golpean

Belén Gopegui.
Diagonal
 
La necesidad de recuperar nuestras vidas ante el ataque a la vida de los gestores liberales de la crisis centra este resumen del año que termina.
 
El capitalismo nunca podrá poner el piloto automático. Nunca podrá pisar el acelerador y luego levantar el pie y esperar que la velocidad se mantenga. No podrá explotar un rato y luego vivir de las rentas de esa explotación. No podrá acumular y sentarse a ver pasar el cadáver de su enemigo porque el capitalismo necesita que su enemigo viva y trabaje para él, y más aún, el capitalismo es también su enemigo, sin él no podría existir. Por eso nuestros días, como los de Madre Coraje, consisten de algún modo en alimentar la mano que nos quita la vida.
 
Nuestros días, como los de Madre Coraje, consisten de algún modo en alimentar la mano que nos quita la vida No sólo cuando trabajamos, también cuando estamos en paro o cuando mediante los cuidados hacemos que siga girando la rueda de la explotación. Podemos construir islas en red o, a la manera de Italo Calvino, buscar en medio del infierno aquello que no es infierno, podemos dar existencia a un ex país, un no-país en el que, como escribe Bernardo Gutiérrez, “sus habitantes están parando desahucios, atendiendo inmigrantes, autoinformándose en red, perdiendo el miedo, creando en su vida diaria la república del 99%”. Lo hacemos, lo celebramos, al tiempo que leemos a personas muy jóvenes que escriben: “Y sin embargo ellos siguen pinchándonos con palos desde arriba y mermando nuestros derechos y la calidad de nuestras vidas, provocando más movilizaciones, en la práctica, inútiles, y así”. No son inútiles, no lo son, dejamos el pesimismo para tiempos mejores, no son inútiles, queremos decir, sino que el capitalismo continúa pisando el acelerador, y no permitirá que le abandonemos porque “las clases dominantes no se suicidan” y nuestra partida sería su muerte.....
 
 

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