domingo, 30 de diciembre de 2012

Los impuestos, estúpidos, los impuestos

Juan Fco Martín Seco
República.com
 
El elevado déficit público ha puesto patas arriba todas las partidas de gasto: la sanidad, la educación, las infraestructuras, las pensiones, la dependencia, la investigación, la justicia, la Administración en general; sin embargo, tanto el último gobierno de Zapatero como el actual de Rajoy son remisos a enfrentarse con la verdadera causa: la caída de la recaudación. Ello tiene quizá fácil explicación: los intereses en juego que se mueven entre bambalinas. Ahora bien, corregir el déficit resultará imposible sin acometer una reforma fiscal en profundidad.
 
La caída de la recaudación se considera un efecto lógico de la crisis. Al bajar la actividad económica, los ingresos públicos se resienten; pero lo cierto es que la reducción ha sido mucho más pronunciada de lo que cabría esperar. De 2007 a 2011, la presión fiscal en España ha pasado del 37,3 al 31,6 %, una bajada cercana a los seis puntos, el 15,28% de descenso para ser exactos. Si consideramos que la presión fiscal es un cociente entre la recaudación y el PIB y que ambas magnitudes deberían seguir una evolución similar, lo razonable habría sido que esta magnitud se hubiera mantenido constante, pues si la recaudación cae, también lo hace el PIB -se supone que más o menos en la misma medida.
 
Deberíamos plantearnos qué es lo que ha ocurrido y continúa ocurriendo con nuestro sistema fiscal para que presente un comportamiento tan irregular y tan distinto del de la mayoría de los países de la OCDE, cuya presión fiscal ha subido en este periodo. Desde principios de los noventa las reformas fiscales han servido para, lejos de corregir los defectos que aún arrastraba el sistema tributario, ahondar más en ellos reduciendo la progresividad y la suficiencia. Especialmente significativos son los doce años que transcurren desde 1996 hasta el comienzo de la crisis, es decir las dos legislaturas de Aznar y la primera de Zapatero, en las que, tanto desde el punto de vista normativo como desde el práctico, (en la persecución del fraude,) la Hacienda pública experimenta un fuerte deterioro. Son los años en los que bajar los impuestos es de izquierdas de Zapatero o los de la curva de Laffer mal aprendida por Aznar; en los que cualquier pichichi del PP repetía como un papagayo que bajando los impuestos se recaudaba más. Todo se cubría con la burbuja inmobiliaria y financiera y, al igual que creaba una sensación falsa de riqueza, originaba también la creencia de que el sistema fiscal mantenía su potencial recaudatorio. No obstante, fue suficiente que se pinchase la burbuja para que ambos espejismos se esfumasen......
 
 

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