Juan Fco Martín Seco
República.com
El elevado déficit público ha puesto patas arriba todas las partidas
de gasto: la sanidad, la educación, las infraestructuras, las pensiones,
la dependencia, la investigación, la justicia, la Administración en
general; sin embargo, tanto el último gobierno de Zapatero como el
actual de Rajoy son remisos a enfrentarse con la verdadera causa: la
caída de la recaudación. Ello tiene quizá fácil explicación: los
intereses en juego que se mueven entre bambalinas. Ahora bien, corregir
el déficit resultará imposible sin acometer una reforma fiscal en
profundidad.
La caída de la recaudación se considera un efecto lógico de la
crisis. Al bajar la actividad económica, los ingresos públicos se
resienten; pero lo cierto es que la reducción ha sido mucho más
pronunciada de lo que cabría esperar. De 2007 a 2011, la presión fiscal
en España ha pasado del 37,3 al 31,6 %, una bajada cercana a los seis
puntos, el 15,28% de descenso para ser exactos. Si consideramos que la
presión fiscal es un cociente entre la recaudación y el PIB y
que ambas magnitudes deberían seguir una evolución similar, lo
razonable habría sido que esta magnitud se hubiera mantenido constante,
pues si la recaudación cae, también lo hace el PIB -se supone que más o
menos en la misma medida.
Deberíamos plantearnos qué es lo que ha ocurrido y continúa
ocurriendo con nuestro sistema fiscal para que presente un
comportamiento tan irregular y tan distinto del de la mayoría de los
países de la OCDE, cuya presión fiscal ha subido en este periodo. Desde
principios de los noventa las reformas fiscales han servido para, lejos
de corregir los defectos que aún arrastraba el sistema tributario,
ahondar más en ellos reduciendo la progresividad y la suficiencia.
Especialmente significativos son los doce años que transcurren desde
1996 hasta el comienzo de la crisis, es decir las dos legislaturas de
Aznar y la primera de Zapatero, en las que, tanto desde el punto de
vista normativo como desde el práctico, (en la persecución del fraude,)
la Hacienda pública experimenta un fuerte deterioro. Son los años en los
que bajar los impuestos es de izquierdas de Zapatero o los de la curva
de Laffer mal aprendida por Aznar; en los que cualquier pichichi del PP
repetía como un papagayo que bajando los impuestos se recaudaba más.
Todo se cubría con la burbuja inmobiliaria y financiera y, al igual que
creaba una sensación falsa de riqueza, originaba también la creencia de
que el sistema fiscal mantenía su potencial recaudatorio. No obstante,
fue suficiente que se pinchase la burbuja para que ambos espejismos se
esfumasen......
No hay comentarios:
Publicar un comentario