lunes, 3 de diciembre de 2012

La conferencia sobre cambio climático de Doha y el futuro de nuestro planeta

Amy Goodman
Democracy Now!

Este año, la conferencia anual de las Naciones Unidas sobre cambio climático se realiza en Doha, la capital de Qatar, emirato rico en petróleo ubicado en la Península Arábiga. En la conferencia, que comenzó esta semana y es conocida popularmente como “COP 18”, un ejército de burócratas, empresarios y ambientalistas se reúnen con el supuesto propósito de acordar medidas para reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. El objetivo es llegar al nivel que, según los científicos, es necesario para limitar el aumento de la temperatura del planeta a un máximo de dos grados Celsius y evitar así una catástrofe climática a nivel mundial. Si se tienen en cuenta las conferencias anteriores, los intereses particulares de los países que son los principales contaminadores del planeta, donde Estados Unidos ocupa el primer lugar, impedirá el consenso mundial.
 
“Queremos que nuestros hijos vivan en un país que no esté... amenazado por el poder destructivo del calentamiento global”, proclamó el Presidente Barack Obama en su discurso de victoria el 6 de noviembre de este año, apenas una semana después de que la tormenta Sandy devastara la Ciudad de Nueva York y gran parte de Nueva Jersey, dejando un saldo de 100 muertos. Se trata de una aspiración noble. El problema es que es preciso tomar medidas de inmediato para prevenir la catástrofe que el Presidente Obama quiere evitar. Estados Unidos, que continúa siendo el principal contaminador de la historia mundial, constituye uno de los mayores obstáculos al logro de un programa mundial racional para detener el calentamiento global.
 
Los últimos datos científicos sugieren que la meta de limitar el aumento de la temperatura mundial a 2 grados Celsius podría estar fuera de nuestro alcance, y es posible que ahora estemos estancados en un aumento de temperatura de 4 a 6 grados. “La única forma de evitar las peores predicciones será efectuar transformaciones radicales en el modo en que funciona actualmente la economía mundial, es decir, mediante la rápida adopción de fuentes de energía renovables, la disminución drástica en el uso de combustibles fósiles o la aplicación a gran escala de la captura y almacenamiento de carbono, la eliminación de las emisiones provenientes de la industria y detener la deforestación”. Estas no son las palabras de un ambientalista loco, sino de asesores empresariales de la consultora PricewaterhouseCoopers, más conocida como PwC, en su informe “Índice de economías de bajo carbono” publicado en noviembre de 2012......
 


 

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