David Adolfo Caballero Ortiz
EconoNuestra 
Tratando
 de comparar la desvertebración actual con la vivida a inicios de la Era
 industrial, hablemos de la distinta reacción de los trabajadores: el 
ludismo y el cartismo[1]
 supusieron una respuesta temprana al ataque a la dignidad humana que 
suponía la búsqueda de la maximización del beneficio empresarial 
asistida por la sustitución del trabajo humano por las primeras 
máquinas. Comparativamente, y salvando las obvias diferencias del 
contexto histórico, podríamos afirmar la inexistencia en la actualidad 
de una respuesta articulada a la altura de las circunstancias, ante las 
agresiones de los derechos conquistados desde inicios del siglo XX, como
 sí la hubo en otras épocas cruciales de cambios sociales.
Para
 entender la pasividad de los más afectados habría que echar la vista 
atrás y reconocer cómo en las décadas posteriores a la II Guerra 
Mundial, los poderes fácticos y políticos del mundo industrializado 
crearon una visión del ser humano basado en su capacidad consumista, 
dejando a un lado la concepción primaria de ciudadano, definido por sus 
derechos políticos en una comunidad de iguales.
Paulatinamente, los cimientos de la sociedad posbélica fueron atacados. Se decretó el “Fin de la Historia”[2]
 desde los centros de poder, lanzando a la sociedad civil la 
interpretación de haber alcanzado cierto bienestar material y cultural 
como una situación inamovible. Un llamamiento al abandono del afán de 
superación, una sentencia de muerte al progresismo como 
ideología que percibe al ser humano en tanto en cuanto “ser capaz” de 
mejorar su realidad y la de su comunidad constantemente. A cambio de ese
 anhelo de progreso casi espiritual, surgido del vencimiento del 
fascismo, se crea un nuevo patrón de pensamiento único, lanzado al 
hedonismo y al consumismo sin límites.....
 

 
No hay comentarios:
Publicar un comentario