El País
En el imaginario colectivo se separa a los antaño llamados ricos del
nuevo agente económico: los mercados, que son anónimos, inidentificables.
El ciudadano de a pie de este
país se había ido acostumbrando a una secuencia que llevaba repitiéndose desde
hace unos meses, y que bien pudiéramos denominar las cuatro fases del
desdecirse.
Primer momento: el partido
llamado a ocupar el poder negaba rotundamente en campaña electoral la
pretensión de la medida X (referida, pongamos por caso, a recortes
especialmente sensibles, como sanidad, educación, pensiones o subsidio de paro,
a la subida del IVA, a la solicitud de rescate a Europa o cualquier otra medida
de gran importancia).
Segundo momento: ya en el
Gobierno, algún miembro del Ejecutivo o un alto cargo deslizaba la posibilidad
de reconsiderar lo negado con vehemencia en campaña electoral. De inmediato se
le desmentía con el argumento de que se trataba de “una reflexión personal en
voz alta” de la persona en cuestión, sin más valor político que ese.
Tercer momento: cuando, al cabo
de no demasiado tiempo, reaparecía el asunto a través de una oportuna
filtración, pasaba a afirmarse que el mismo “no está en este momento encima de
la mesa”. La ciudadanía barruntaba lo peor, al tiempo que empezaba a darlo por
descontado......
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