Counter Punch (Rebelión)
En algún lugar de mi casa tengo una serie de álbumes de fotos a los que
apenas me acerco. Me asusta la riada de crueles recuerdos que podría
evocar si me pongo a mirar las innumerables fotos que tomé durante un
viaje a Iraq. Muchas de las fotos son de niños que habían desarrollado
formas raras de cáncer como consecuencia de su exposición al uranio
empobrecido (UE) que EEUU utilizó en su guerra contra Iraq de hace más
de dos décadas.
Recuerdo mi visita a un hospital que dependía de la
Universidad Al-Mustansiriya en Bagdad. El hedor que impregnaba sus
pasillos no era el olor de las medicinas sino los efluvios de la muerte.
En una época de asedio agobiante, el hospital carecía incluso de las
medicinas y equipo anestésico más básico. Los niños estaban sentados y
miraban fijamente a sus visitantes. Algunos lloraban con un dolor
inabarcable. Los padres oscilaban entre la esperanza y la inutilidad de
esa esperanza, y en los momentos de oración, rezaban debidamente.
Un
joven doctor ofreció un diagnóstico radical: “Ningún niño que entre en
este lugar va a salir nunca vivo”. Como en aquel entonces yo era un
joven periodista, tomé nota diligentemente de sus palabras antes de
hacerle más preguntas. No captaba bien la finalidad de la muerte.....
No hay comentarios:
Publicar un comentario