Juan Torres López
Rebelión
Cualquier persona que haya tenido que devolver un préstamo sabe lo
que significan los intereses a la hora de pagarlo. Uno recibido, por
ejemplo, al 7% supondría tener que devolver casi el doble del capital
recibido al cabo de diez años.
Tanto es el peso de lo intereses
que llevan consigo los préstamos que durante mucho tiempo se consideró
que cobrarlos por encima de unos niveles determinados más o menos
razonables se consideraba no solo un delito de usura sino una acción
inmoral, o incluso un pecado grave que condenaría para siempre a quien
lo cometiera.
Hoy día, sin embargo, casi todos los gobiernos
han eliminado esa figura delictiva y a todo el mundo le parece natural
que se cobren intereses legales de hasta un 30% (esto es lo que cobran
en estos momentos los bancos españoles a los clientes que sobrepasen su
línea de crédito) o que haya naciones hundidas en la miseria no
exactamente por lo que deben sino por la cuantía de los intereses que
han de pagar.
Los países de la Unión Europea renunciaron a
tener un banco central que los financiara cuando necesitasen dinero y
entonces tienen que recurrir a la banca privada en esas circunstancias.
En consecuencia, en lugar de financiarse al 0%, o a un interés mínimo
que simplemente cubra los gastos de administrar la política monetaria,
tienen que hacerlo al 4, 5, 6 o incluso al 15% en algunas ocasiones. Y
eso hace que cada año los bancos privados reciban entre 300.000 millones
y 400.000 millones de euros en forma de intereses (¿tengo, entonces,
que explicar quién estuvo y por qué detrás de la decisión de que el
Banco Central Europeo no financiara a los gobiernos?).....
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