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En 1978, el presidente del sindicato más poderoso de Estados Unidos,
Douglas Fraser, de la federación de los trabajadores de la industria del
automóvil United Auto Workers (UAW), condenó a los “dirigentes de la
comunidad empresarial” por haber “escogido seguir en tal país la vía de
la guerra de clases (class war) unilateral, una guerra de clases en
contra de la clase trabajadora, de los desempleados, de los pobres, de
las minorías, de los jóvenes y de los ancianos, e incluso de los
sectores de las clases medias de nuestra sociedad”.
Fraser también los condenó por haber “roto y descartado el frágil
pacto no escrito entre el mundo empresarial y el mundo del trabajo, que
había existido previamente durante el período de crecimiento y progreso”
en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, conocido como la
“edad dorada” del capitalismo de Estado.
El reconocimiento de la realidad por parte de Fraser fue acertado
aunque tardío. Lo cierto es que los dirigentes empresariales y sus
asociados en otros sectores de las elites dominantes estaban
constantemente dedicados a una siempre presente guerra de clases, que se
convirtió en unilateral, sólo en una dirección, cuando sus víctimas
abandonaron tal lucha......
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