Hermann Bellinghausen
La Jornada
Las implicaciones del
cambio climático son mucho más que sólo climáticas. Propician, o
debieran hacerlo, un cambio en la mentalidad occidental, que siendo la
que domina el planeta, impone en las periferias su verdad única: la
ganancia. Hoy todos enfrentamos las consecuencias, incluso los poderes
causantes del trastorno ambiental. Y no obstante, ellos siguen perdiendo
el tiempo, como si quedara mucho antes del previsible incremento de
catástrofes. Su inercia (¿la nuestra?), que se antoja estúpida,
garantiza la parálisis más allá de sus inútiles cumbres.
derecho naturalde nadie. Ese es un cambio de mentalidad, como el que ahora pugna por prevalecer respecto del clima y sus precipitados cambios, no sólo por imperativos morales, sino los más urgentes de sobrevivencia.
No debiera extrañarnos que los beneficiarios de una depredación que ya desequilibró a la naturaleza en su conjunto habiten en naciones capaces de conservar reyes y princesas (salvo el excepcionalismo de Estados Unidos, su producto más acabado). Para colmo, su tiranía económica monopoliza lo que
democraciasignifica, aunque las metrópolis se enfrasquen en discusiones, que bien merecen llamarse bizantinas, sobre los fenómenos que transforman aceleradamente la vida como la conocemos los humanos, y el resto de animales y plantas......
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