Sin Permiso
El grupo de
mayor vulnerabilidad de la población española son ya los niños. En toda la UE,
sólo Rumania tiene una proporción mayor de niños que viven por debajo del
umbral oficial de pobreza. Los jóvenes no lo tienen mucho mejor: más del 50%
están en el desempleo, una proporción peor que la de Grecia; los mejores y más
formados, emigran en masa, como sus padres y sus abuelos: a Alemania, a
Inglaterra, a la Argentina. Y el paro a fines de este año, “en el peor
escenario” previsto por los tecnócratas que han diseñado el rescate del sector
financiero español decidido ayer, superaría ampliamente el 25% de la población.
En plena
sintonía con estas malas nuevas, la vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz
de Santamaría, dejó boquiabierto al auditorio la pasada semana –en la
presentación del último libro de un periodista conservador barcelonés en el
candelero madrileño— confesando como cariacontecida que, en el futuro mundo que
nos preparan, “nuestros hijos vivirán peor que nosotros”.
Tal vez no
haya hoy en el planeta lugar mejor que el Reino de España para atestiguar la
quiebra de las eufóricas promesas y de las instituciones de la “globalización”,
de la “sociedad de la información”, de la “economía del conocimiento”—esa que
habría superado para siempre los “ciclos económicos”—, de la “sociedad del
riesgo”, de la “postmodernidad líquida” y de todos esos eufemismos
ridículamente pomposos con que los peritos en legitimación de turno han venido
disfrazando en las últimas décadas la verdadera contrarrevolución económica,
social, política y espiritual que han venido desplegando los nuevos mandamases
del capitalismo tardío, herederos resucitados de los “monarcas financieros”
combatidos por Roosvelt y de aquellos “rentistas” a los que Keynes recomendó
encarecidamente aplicar la “eutanasia”....
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