Albert Recio Andreu
Mientras Tanto
I
Los idealistas están tan enamorados de sus ideas que piensan que la
realidad es tal como la imaginan. Esperan que el mundo real se adaptará a
sus iniciativas. Lo único que falta es voluntad y decisión para
aplicarlas. Al coste que sea, aunque los primeros de pagar peaje suelen
ser las personas que cuestionan su maravilloso mundo ideal. Al coste que
sea, aunque al final ellos mismos acaben experimentando la dureza de
haber confundido la realidad con sus intereses. Pero antes de llegar a
una crisis final los grandes idealistas muestran una enorme capacidad
para traducir los datos que obtienen de la realidad a su propio esquema
analítico. Los idealistas convencidos son gente tenaz, que no se
desanima a la primera sino que tienden a adaptar sus percepciones a su
esquema inicial. Todo sea para alcanzar su objetivo final, que estiman
perfecto.
Todas las grandes construcciones idealistas de la humanidad han
adoptado estas dinámicas. Empezando por las grandes religiones, siempre
dispuestas a imponer sus criterios ideales de moral al resto de los
mortales, siempre en conflicto con los avances del conocimiento y la
razón. Tampoco se han escapado de esta dinámica muchos de los grandes
proyectos políticos laicos. Ni la izquierda defensora de la razón pudo
escapar a la deriva stalinista que fue, entre otras cosas, una
desastrosa experiencia de idealismo autoritario.
No parece que a la humanidad le sea fácil escapar al poder de los
grandes idealistas y cada cierto tiempo millones de personas se ven
sometidas a la irracionalidad que impone alguna variante exitosa de
idealismo.....
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