Carmen Castro
Libro de Notas
Se acabó el 2011. El año en que la oligarquía financiera consiguió
someter a la democracia. También fue el año en el que parte de la
ciudadanía se liberó de su aburguesamiento y despertó como conciencia
social altermundista; lástima que no haya sido suficiente para evitar ni
el proceso de vampirización financiera de la política económica en
Europa ni el resurgimiento de la misoginia más reacionaria. En España,
además, estrenamos un nuevo gobierno; su elección ha sido favorecida por
el castigo electoral al anterior y también por la desporporcionalidad
de una ley electoral sesgada al bipartidismo. Así pues, entramos en el
2012 con el ‘indignómetro’ a tope por la resaca de las primas de riesgo,
el latrocinio generalizado de la banca, el huracán postelectoral y una
especie de ‘resignación social’ ante la creciente desigualdad.
La investidura del nuevo gobierno en España representó la constatación
de algunas de sus marcas ideológicas. La primera fue el desprecio total a
la paridad política y a la Ley Orgánica para la Igualdad 3/2007 que en
su artículo 16 dice que “los poderes públicos procurarán atender al
principio de presencia equilibrada de mujeres y hombres en los
nombramientos y designaciones de los cargos de responsabilidad que les
correspondan”. La segunda fue el regodeo en una de las perversiones
del sistema: el lobby financiero se instaló en el gobierno con el
nombramiento del actual Ministro de Economía, completando la
reapropiación de la esfera política. Luis de Guindos, junto con Monti,
Papademos y Darghi, anteriores representantes de Lehman Brothers y
Goldman Sachs (entidades financieras causantes de la crisis) tienen ya
entre sus competencias actuales las decisiones económicas que gobierna
las vidas de la ciudadanía en Europa. Y la tercera fue el secreto
anunciado de que la política económica del nuevo gobierno (del PP) sería
aún más agresiva que la iniciada en mayo del 2010 por el anterior
gobierno (del PSOE)....
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