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Que nadie se lleve a engaño, la vivienda no es un derecho, ni un bien de uso, es un producto que sirve para especular. Los datos bien lo demuestran. Entramos en el quinto año de crisis y el precio de la vivienda sigue por las nubes. Si caen los precios los bancos se hunden. Entre 1997 y 2007 el coste medio del metro cuadrado de vivienda libre casi llegó a triplicarse y en estos momentos tan sólo ha bajado a niveles de 2005. España además ostenta el récord mundial de viviendas vacías por habitante con casi seis millones, alrededor de un 20% del total.
Que nadie se lleve a engaño, la vivienda no es un derecho, ni un bien de uso, es un producto que sirve para especular. Los datos bien lo demuestran. Entramos en el quinto año de crisis y el precio de la vivienda sigue por las nubes. Si caen los precios los bancos se hunden. Entre 1997 y 2007 el coste medio del metro cuadrado de vivienda libre casi llegó a triplicarse y en estos momentos tan sólo ha bajado a niveles de 2005. España además ostenta el récord mundial de viviendas vacías por habitante con casi seis millones, alrededor de un 20% del total.
El pinchazo de la burbuja inmobiliaria demostró que los milagros no
existen y la mierda siempre acaba flotando: salió a la luz la
perversidad de las políticas públicas orientadas a fomentar la economía
del ladrillo (el “todo urbanizable”) y del crédito fácil de los bancos
(no esperaban devolución, les bastaba revender las hipotecas en Bolsa)
así como la megalomanía, la estupidez, la corrupción y el despilfarro
por parte de cargos públicos y constructoras. Aunque algunos sectores de
las clases medias propietarias incrementaron sus rentas, vendiendo
herencias e invirtiendo en el sector inmobiliario, las grandes
plusvalías del suelo han ido a parar a manos de unos pocos.
Entre 2002 y
2005 el segmento del 10% más rico de la población incrementó su patrimonio cerca de un 50 %, mientras que entre 1994 y 2006 el salario medio perdió un 2,4% de poder adquisitivo y la deuda de las familias creció seis veces (225%) más rápido que sus rentas disponibles (39%).
¿Milagro español? No, una receta basada en lo que Robert Brenner llamó
keynesianismo de precio de activos: el aumento del valor nominal del
patrimonio doméstico, en este caso la vivienda, estimula la demanda y el
endeudamiento. Para entendernos, el aumento del precio de la vivienda
dio acceso a nuevos créditos, lo cual relanzó el consumo a pesar del
estancamiento del salario medio. Por su lado, las promotoras y
constructoras se han ido declarando en concurso de acreedores para no
hacer frente a su ruina, mientras se quedan con el dinero ganado en años
anteriores.
Nota R..
Este compañero de la PAH Murcia solicita vuestra ayuda
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