viernes, 20 de enero de 2012

La trampa europea

Luis Linares Zapata
La Jornada
 
No hubo escapatoria posible para los asuntos públicos europeos, en especial los de naturaleza financiera. Los acontecimientos han sido cruentos para los tomadores de decisiones: varios gobiernos de distintos países han caído y sus partidos enfrentan drásticas consecuencias, hasta de identidad ideológica. La dicotomía ha sido tajante y hasta presuntuosa: plegarse a los dictados de las calificadoras estadunidenses, a los organismos multilaterales y a los efectivos mercados, o irse por la libre y arriesgarse a una hasta ahora inasible ruptura de la zona euro. Uno tras otro, los estados asociados a la unión fueron aceptando los dictados emanados de los poderes fácticos. La fila ha sido enorme: Irlanda, Grecia, Portugal, España, Italia, Bélgica y, hasta en cierto sentido, la misma Francia han caído en turbulentas zonas especulativas. Alemania, que se consideraba fuera de la contienda por mantener su calificación crediticia, se tambalea. Finalmente observa cómo sus mercados de exportación, de los que depende gran parte de su actividad económica, se tambalean al entrar sus vecinos en marcadas recesiones.
 
Los distintos gobiernos, sin importar la orientación de sus postulados iniciales –ya fueran socialdemócratas, democristianos o socialistas–, han chocado con una realidad que parece rebasarlos, si no es que aplastarlos. Al menos así luce cuando tratan de llevar a cabo planes o programas que atiendan las necesidades de sus respectivos pueblos. El rasero ha sido implacable con todos. Simplemente han quedado subyugados a los extendidos y aceptados fantasmas, dogmas y creencias neoliberales. El dictado ha sido inapelable: sus estados de bienestar molestan, sobremanera, al gran capital trasnacional. Son, alegan hasta con donaire, imposibles de mantener.....

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