Luis Linares Zapata
La Jornada
No hubo escapatoria
posible para los asuntos públicos europeos, en especial los de
naturaleza financiera. Los acontecimientos han sido cruentos para los
tomadores de decisiones: varios gobiernos de distintos países han caído y
sus partidos enfrentan drásticas consecuencias, hasta de identidad
ideológica. La dicotomía ha sido tajante y hasta presuntuosa: plegarse a
los dictados de las calificadoras estadunidenses, a los organismos
multilaterales y a los efectivos mercados, o irse por la libre y
arriesgarse a una hasta ahora inasible ruptura de la zona euro. Uno tras
otro, los estados asociados a la unión fueron aceptando los dictados
emanados de los poderes fácticos. La fila ha sido enorme: Irlanda,
Grecia, Portugal, España, Italia, Bélgica y, hasta en cierto sentido, la
misma Francia han caído en turbulentas zonas especulativas. Alemania,
que se consideraba fuera de la contienda por mantener su calificación
crediticia, se tambalea. Finalmente observa cómo sus mercados de
exportación, de los que depende gran parte de su actividad económica, se
tambalean al entrar sus vecinos en marcadas recesiones.
estados de bienestarmolestan, sobremanera, al gran capital trasnacional. Son, alegan hasta con donaire, imposibles de mantener.....
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