Público
Un rasgo distintivo de las crisis es que las fórmulas nuevas no
acaban de surgir y las anteriores han dejado de funcionar. Como señala
Joseph Stiglitz, después de esta Gran Recesión el mundo ya no volverá a
ser el mismo. La presente crisis está provocando un intenso deterioro de
las condiciones sociales de amplias capas de la población. Pero también
se ha producido un correlativo enriquecimiento de pujantes sectores
vinculados a la esfera financiera. Y un incremento de las desigualdades a
escala global. Numerosas voces atribuyen la responsabilidad de esta
situación a una voraz ofensiva de los mercados y de los especuladores
financieros. Sin embargo, parece más probable que nos encontremos ante
una profunda crisis de la democracia.
Resulta inherente a la economía de libre mercado que la iniciativa
privada intente obtener siempre los máximos beneficios. Lo que ahora
aparece como novedoso es que los sistemas democráticos permitan que los
intereses particulares estén por encima del bien común y que puedan
causar perjuicios a la mayoría de la sociedad. Ello ha resultado posible
ante lo que Norberto Bobbio calificó como crisis de la mediación
representativa. Los principales partidos han dejado progresivamente de
centrarse en las aspiraciones colectivas para convertirse
preferentemente en agencias de gestión de intereses de grupo. Y sus
cúpulas dirigentes a menudo se han erigido en genuinos núcleos de poder
privado, concebido como un fin en sí mismo y no como un instrumento para
mejorar la sociedad. La concentración y verticalización del poder en
los partidos se ha acompañado en numerosas ocasiones de una sensible
opacidad y falta de transparencia en la toma de decisiones....
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