Carlos Taibo
Rebelión
Si de siempre hemos tenido problemas a la hora de evaluar lo que ocurre
con nuestros movimientos sociales, a duras penas esos problemas podrían
faltar en el caso del 15-M. Por momentos parece que se ha extendido un
pesimismo sin límites que no aprecia en ese movimiento otra cosa que un
permanente declive. En la gestación de ese estado de ánimo se dan cita,
por una parte, los pesimistas ‘internos’ –aquellos que no aprecian sino
rasgos negativos en el movimiento— y, por el otro, los ecos del discurso
de los medios de incomunicación del sistema.
A esos medios que
acabo de mencionar sólo les interesa el 15-M cuando hay algo gordo de
por medio. Le prestan atención, las más de las veces amañada, a alguna
manifestación de la represión policial y procuran acompañar, por citar
otro ejemplo, macromanifestaciones como las registradas el 19 de junio o
el 15 de octubre del año pasado. Nada quieren saber, en cambio, del
terreno en el que en los hechos se dirimen la realidad y el futuro del
15-M: el del trabajo cotidiano, a menudo sórdido y poco vistoso, de un
movimiento que permanece vivo y activo. Y es que cuando se asume esa
tarea que los medios prefieren esquivar la imagen del 15-M no invita
precisamente al pesimismo. El movimiento está ahí, su presencia y sus
iniciativas son constantes, no ha perdido un ápice de radicalidad
contestataria y sigue dejando bien a las claras que algo ha cambiado, y
para bien, en la cabeza de mucha gente....
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