Rebelión
En esta sociedad en la que el conocimiento que nos forma como personas
es despreciado a favor del que nos forma como herramientas productivas,
con la inestimable complicidad de una psicopedagogía al servicio del
mercado, como podemos comprobar cada día en la Universidad, se hace
imprescindible, si queremos salir de esta crisis que nos asola por la
puerta de la esperanza, revalorizar lo que las humanidades aportan al
ser humano. Muchas veces escuchamos esa pregunta recurrente y que quiere
zanjarlo todo: pero, ¿para qué sirve eso? Y ese eso puede ser el latín,
la historia la filosofía, aquellas disciplinas que no reportan una
utilidad desde la óptica del mercado (competencias les llaman ahora los
expertos) y que solamente sirven, solamente, para convertirnos en
personas.
Digo esto porque voy a recurrir a la etimología, a la
disciplina que nos muestra el origen de las palabras y que permite
comprenderlas con mayor precisión. A ellas y a los mecanismos que se
encuentran detrás de su producción. Seducir, etimológicamente, significa
, , es decir, , a un lugar que interesa a
quien seduce. Es en ese sentido en el que cabe decir que el capitalismo
es la sociedad de la seducción, en la medida en que lleva a los sujetos
al lugar que a él interesa –fundamentalmente el consumo- con la
sensación por parte del sujeto de que en realidad va porque a él le da
la gana....
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