Jesús Rodríguez Barrio.
Los discursos hegemónicos sobre la crisis y su salida nos sitúan en un solo escenario de sacrificio y temor paralizante. La cobertura mediática sobre las turbulencias financieras en la UE es un buen ejemplo. Pero crisis significa también cambio y redefinición de lo existente, al menos como posibilidad. Para ello necesitamos otras miradas de la situación, para un análisis colectivo propio, desde la perspectiva de los movimientos sociales de base. Aportamos una reflexión sobre el euro y la Eurozona, hoy.
Diagonal
Los discursos hegemónicos sobre la crisis y su salida nos sitúan en un solo escenario de sacrificio y temor paralizante. La cobertura mediática sobre las turbulencias financieras en la UE es un buen ejemplo. Pero crisis significa también cambio y redefinición de lo existente, al menos como posibilidad. Para ello necesitamos otras miradas de la situación, para un análisis colectivo propio, desde la perspectiva de los movimientos sociales de base. Aportamos una reflexión sobre el euro y la Eurozona, hoy.
La mayoría de los países
desarrollados, dentro y
fuera de Europa, habían
visto aumentar su endeudamiento
antes del estallido de la
crisis como consecuencia de la fiscalidad
neoliberal.
Pero la crisis agravó
el problema del déficit público por
el descenso de la recaudación fiscal
y el aumento del gasto.
Los países periféricos de la zona
euro sufrieron de forma especial el
problema porque su estructura fiscal
–basada en gran parte en la imposición
indirecta– era mucho más
vulnerable ante el descenso de la actividad
económica, a pesar de que
en algunos casos –como Irlanda y
España– presentaban presupuestos
equilibrados al comienzo de la crisis.
A lo largo de los años 2009 y 2010,
el déficit y el endeudamiento aumentaron
de forma imparable dentro de
estos países y empezaron a crecer
las dificultades para colocar su deuda
en los mercados financieros....
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