Sin Permiso
La eclosión de la crisis económica, su carácter estructural,
parecía que abría una oportunidad a la crítica en profundidad de las
estrategias de crecimiento adoptadas, crítica que podría alcanzar a los
fundamentos mismos del sistema capitalista. Ha pasado el tiempo, en algunos
aspectos, la crisis se ha agravado y los escenarios que se perfilan para el
futuro inmediato no pueden ser más pesimistas. Sin embargo, paradójicamente,
las teorías y las políticas más ortodoxas y convencionales han recuperado el
pulso (si es que alguna vez lo habían perdido). Una prueba de ello es que , como
antes de la crisis, como si nada hubiera acontecido, con más vigor si cabe, el
centro de buena parte del debate académico y político se sitúa en las cuentas
públicas (además del mercado de trabajo), o, para ser más precisos, en los
desequilibrios financieros públicos, como si su existencia estuviera en el
origen, fuera la causa principal de la actual crisis económica y la restricción
más importante para salir de ella.
Y es en ese contexto donde se proponen y se imponen
las políticas de austeridad sobre las finanzas públicas. Aplicar recortes se ha
convertido en la quintaesencia de las políticas económicas, las cuales se
plantean como un imperativo, no sólo de los mercados sino también de la razón. Buena
parte de la trama argumental se sostiene en diferentes axiomas, evidentes para
quienes los formulan, aunque no siempre se hacen explícitos, que se quieren
hacer pasar por irrefutables, y que, sin embargo, deben ser discutidos. Nos
centraremos en dos de los más relevantes.
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