miércoles, 22 de febrero de 2012

La cultura como mercado

Daniel Palacios González
Diagonal.

La inminente aprobación de la Ley de Mecenazgo en España pone de manifiesto la necesidad de un nuevo modelo público para el sector cultural y los peligros del modelo de patrocinio. 

“El mecenazgo es el impuesto que cada ciudadano elige, pero al dinero sumamos el compromiso, es decir, la pasión de aquello en lo que creemos”. Ésta es la frase de influencia francesa con la que el nuevo ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, introdujo en su primera comparecencia en el Congreso de los Diputados el 2 de febrero el tema de una nueva Ley de Mecenazgo, anunciada en el programa electoral del PP. A expensas de la aparición del texto, ya se conocen las líneas que van a definirlo.

El mecenazgo supone inversión privada en cultura. Sin embargo, no es una inversión desinteresada: la Ley 49/2002 del 23 de diciembre, que atañe al mecenazgo y se encuentra en vigencia, establece un incentivo del 35% de desgravación sobre el impuesto de sociedades para aquellas entidades privadas que inviertan en cultura.

La propuesta de Wert es equipararse a países europeos como Francia, donde las desgravaciones desde 2003 alcanzan el 60%. En países como EE UU o Brasil, las desgravaciones alcanzan el cien por cien.

Además de ser un dinero que ya no se paga al Estado, esta medida implica que la gestión de la inversión en cultura deja de estar en manos públicas y pasa a estar en manos de entidades privadas, quienes eligen (al margen de los intereses generales) en qué proyectos van a invertir de cara a la desgravación....

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