El País.
Este título no es una metáfora, es la expresión de una realidad. Las
medidas que acaba de aprobar el Gobierno y que vienen a modificar los
derechos y obligaciones de empresas y trabajadores, en realidad tan solo
suprimen o recortan derechos de los trabajadores. Se habrá perdido por
ello el equilibrio en que se basa toda rama del Derecho. De hecho, eso
es lo que se pretendía, porque ¿qué significa sino "flexibilizar" y
"desregular" las relaciones laborales? El Derecho del Trabajo era, hasta
ahora, un conjunto de normas que disciplinaban aquellas relaciones, que
ahora quedan sin regular o que pierden su valor. Por consiguiente, se
está transfiriendo la fuerza del Derecho desde el código jurídico a las
manos del más poderoso, que será siempre la empresa.
Entre las medidas adoptadas ocupa un lugar preferente la del
"abaratamiento del despido". Los trabajadores, a partir de ahora, han de
temer que les puedan despedir más fácilmente, y tendrán aún menos
fuerza para oponerse a posibles decisiones de la empresa contrarias a la
ley. De hecho, ni se atreverán a denunciar las arbitrariedades ante los
tribunales, porque se encontrarán con que, incluso en el caso de que
estos les den la razón, tal decisión no comportará el restablecimiento
de sus derechos. La empresa se librará pagando un precio módico. Es
decir, la empresa podrá comprar con dinero el silencio de la justicia.
Todo ello justifica la reacción indignada no solo de los sindicatos,
como representantes de los trabajadores, sino de todos aquellos que
saben que el derecho al trabajo es un derecho humano fundamental y que
el código jurídico es un instrumento civilizador de las relaciones
humanas. Es lamentable la miopía de muchos que no saben ver el daño que
estas medidas harán al proceso que la Humanidad quiere recorrer hacia la
justicia social.....
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