Juan Manuel Aragués
El Periódico de Aragón.
El jueves de la pasada semana se produjeron dos acontecimientos que
pueden servir de resumen de los derroteros de la crisis que nos asola.
Al tiempo que el Gobierno de España, por boca de su ministro de
Economía, Luis de Guindos, flamante exLehman Brothers, anunciaba
una inyección de dinero público a la banca por un montante de 52.000
millones de euros, la Comisión Europea recomendaba a los ciudadanos
españoles que suscribieran planes de pensiones por si las arcas públicas
no pueden hacerse cargo de las mismas. El condicional sobra, pues al
paso que va el saqueo neoliberal --sí, sí, saqueo-- del dinero de todos,
no cabe duda de que no habrá dinero. La duda es si las empresas
encargadas de asumir esos planes de pensiones no se habrán ido al garete
fruto de la eficaz gestión del Lehman Brother de turno.
Como
decía el otro día, la ideología supone una visión deformada de la
realidad. El principio desde el que el gobierno español, --¡apoyado por
el PSOE!-- inyecta dinero a la banca es, entre otras cosas, altamente
ideológico. La teoría es: le damos dinero a la banca, que a su vez lo
utiliza para dar créditos a los particulares y así reactivamos la
economía. La práctica ya ha demostrado que las cosas no funcionan así,
que cuando la banca recibe dinero público lo utiliza para comprar deuda
pública a un alto interés y asegurarse unos retornos exponenciales, sin
invertir ese dinero en economía productiva, sino en pura y simple
especulación, consiguiendo, además, estrangular a los Estados que le
prestan el dinero, debido a los altos intereses que deben pagar por
colocar su deuda. Es decir, un suicidio como Estados. Siendo que la
realidad desdice a la ideología, lo suyo hubiera sido que el Gobierno, o
al menos el PSOE, hubieran buscado otra estrategia. Por ejemplo
vehicular ese crédito a los particulares a través de una banca pública,
lo que garantizaría que el dinero va a donde decide el gobierno y no a
otros cometidos....
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