Santiago Alba Rico
Diagonal.
Los multitudinarios actos de desobediencia civil, los procesos masivos
de participación y decisión horizontal, la reconstrucción de lazos, de
sociabilidades... son rasgos de un poderoso movimiento: Primavera Árabe,
15M y Occupy Wall Street. Sin embargo, tras las elecciones del 20N, el
músculo –la capacidad de imponer una agenda política– y la potencia que
el 15M exhibía parece desinflarse. Buscando, lo situarnos tanto en la
coyuntura como en el largo plazo, analizamos el escenario post-29M.
Casi un año después de que se pusiese en marcha el
movimiento 15M, es tan difícil negar su relevancia como medir sus
efectos. La forma en la que nació, los procedimientos conscientes de auto organización que escogió, su beligerancia antipartidista, su rechazo de todo liderazgo y de toda representación, lo convierten por definición en un movimiento inconmensurable, cuyas propiedades permanecen en el mejor de los casos suspendidas en la atmósfera
o disueltas en la conciencia social. ¿Ha logrado cambiar algo el 15M?
¿Ha introducido alguna transformación reseñable? ¿Sigue siquiera vivo?
Las elecciones del pasado 20 de noviembre marcan sin
duda un punto de reflujo importante en su visibilidad inmediata. Como
escribí entonces, su potente fuerza deslegitimadora no podía verse de ninguna manera reflejada en las urnas
o sólo de manera negativa o incluso paradójica. La victoria del PP, en
efecto, es inseparable del estruendoso batacazo del PSOE, indisociable a
su vez de la formidable pujanza del movimiento que comenzó en la Puerta del Sol en mayo del año pasado.
Podemos decir que, por una contradicción al mismo tiempo dolorosa y
prometedora, la mayoría absoluta de Mariano Rajoy y de su demoledor
programa económico es el resultado directo del aumento en España, y no
al contrario, de la resistencia contra el neoliberalismo y los mercados.
O que la derrota de Zapatero –enunciado de otra manera– fue una derrota de la derecha que el actual marco electoral no podía de ninguna manera ni registrar ni celebrar y que, peor aún, sólo podía entregar a la derecha más extrema.....
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