Óscar Chaves y Gladys Martínez
(Redacción)
Diagonal.
Presentamos una panorámica de la
situación de algunos países cuyos pueblos se levantaron en 2011 pidiendo
democracia.
Todo empezó en Túnez el 17 de
diciembre de 2010, cuando el joven Mohamed Bouazizi prendía en su cuerpo la que
sería la llama de la revolución de los pueblos árabes contra regímenes
dictatoriales y corruptos, a menudo apoyados por Occi - dente en nombre de la estabilidad
y la lucha contra el islamismo. Co - menzó como una revuelta desesperada por el
trabajo, contra la corrupción y por un desarrollo económico y social de las
regiones más deprimidas, y se trocó en una revolución popular que pedía también
democracia, libertad y, con un paso más, el fin del régimen. La caída de Ben
Ali, el 14 de enero de 2011, 300 muertos y 1.200 heridos después, marcó un
punto de no retorno para los pueblos árabes, y en primer lugar para el
tunecino, que inició ese día la larga lucha por una verdadera transición.
Un año después, tras haber
tumbado dos gobiernos interinos, haber logrado la disolución del partido de Ben
Ali a golpe de manifestaciones, haber impuesto unas elecciones a una Asamblea
Constituyente y haber reavivado las luchas laborales y contra la presencia del
antiguo régimen en las instituciones, los tunecinos siguen luchando hoy por
construir un país nuevo. En octubre, el partido islamista Nahdha ganó por
amplia mayoría las elecciones a la Asamblea Constituyente
y formó un gobierno en coalición con el nacionalista Congreso por la República y el
socialdemócrata Ettakatol. Pero su promesa de hacer una Carta Magna en el plazo
de un año es ahora una duda, después de que en la ley conocida como “la pequeña
Constitución” no se estableciera un plazo para acabar la misma, y desde hace un
mes su elaboración parece estancada en un debate polarizado entre islamistas y
modernistas sobre la posibilidad o no de incluir la sharia como fuente de
derecho en la
Constitución.
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