Albert Recio Andreu
Mientras Tanto.
I
No podía esperarse otra cosa de este gobierno y en este contexto. El
presupuesto de 2012 constituye un plan de ajuste en toda regla: reduce
drásticamente el gasto público y contiene un claro sesgo reaccionario en
la composición del mismo. El efecto final será más grave por cuanto al
recorte del presupuesto estatal hay que sumar el que aplicarán las
Comunidades Autónomas y las corporaciones locales. Dado que éstas
concentran una parte importante de los gastos sociales —sanidad,
educación, servicios sociales—, cabe esperar que el impacto social final
sea mucho más radical.
A la hora de juzgar esta política conviene diferenciar dos planos: el
macroeconómico —su impacto sobre el conjunto de la actividad económica—
y el de su composición —sus efectos particulares sobre grupos sociales,
actividades, etc.—.
En el primer plano, el macro, el diagnóstico parece sencillo. A corto
plazo, los recortes presupuestarios van a deprimir aún más la vida
económica y el empleo. De hecho, puede ya constatarse que en los últimos
trimestres los recortes de las actividades públicas han afectado al
empleo en sectores relacionados con el sector público y que su efecto
multiplicador se extiende al conjunto de la economía. Es incluso dudoso
que el presupuesto pueda conseguir lo que se presenta como su única
justificación —la reducción del déficit público—, puesto que la caída de
la actividad genera dudas sobre la capacidad recaudatoria real en los
próximos meses. Además, puede agravar los problemas de endeudamiento
privado....
No hay comentarios:
Publicar un comentario