martes, 17 de abril de 2012

La gran ofensiva

Guillermo García del Busto Miralles
Rebelión
 
Cuando el gobierno del PSOE, de la mano del PP, reformó la constitución el año pasado, la mayor parte de las personas que tenemos una mínima conciencia política no pudimos evitar hacer reflexiones como “Si les regalamos la constitución a los bancos y especuladores, si establecemos en la norma suprema que tiene prioridad pagar a la banca sobre la educación, la sanidad, el trabajo o el derecho a una vivienda digna, ¿qué nos hace suponer que se conformarán con ello? ¿Cómo nos pueden decir que se acabarán todos los problemas con la reforma de la constitución, que los mercados dejarán de especular con nuestra deuda y se atendrán a razones?”
 
Evidentemente, la reforma constitucional fue solo una parte del principio, la forma en que nos han depositado al comienzo de una pendiente resbaladiza al grito de “¡quien caiga es que lo merece!” Cuando aquellos que representan a los mercados, aquellos que tienen el suficiente capital para influir de forma determinante en las condiciones de vida de las demás personas, consiguen algo tan importante como poner determinados intereses privados por encima del interés público (lo que incluye: Derechos Humanos, Estado de Derecho, justicia, igualdad, fraternidad, libertad, etc.) y lo hacen con sencillez, sin que la sociedad responda como es debido para impedirlo, parece lógico esperar nuevas ofensivas en esta dirección. De hecho, es claro y evidente: si todo gira en torno al cálculo, en torno a la cantidad de beneficios que se pueda extraer de una determinada actividad, no hay nada bueno ni malo, solo nos queda el criterio de la rentabilidad. Las cosas (actividades, empresas, personas, naturaleza) son rentables o no lo son y nada más. Si la sociedad acepta perder todo lo que ha costado siglos construir sin plantar cara, en nombre de la rentabilidad, la competitividad o el crecimiento económico, ¿por qué no iban a dar más pasos aquellos que quieren reconquistar los privilegios?
 
Obedientes ante sus inversores, el PSOE y el PP han aceptado esta lógica hasta las últimas consecuencias: ayer les regalamos a los tiburones nuestra constitución. Fue tan sencillo, que los tiburones, que no son tontos, han olido una nueva oportunidad. Si resultó tan fácil hacer algo tan grave como supeditar todos los derechos a la banca y demás especuladores, si además es la presunta izquierda quien inicia ese camino, ¿cómo no iban a exigir más y más?.....
 

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