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El argumento más frecuentemente utilizado por el gobierno Rajoy para
justificar los enormes recortes de gasto público en España es la
necesidad de “recuperar la confianza de los mercados financieros”, la
frase más utilizada por todos los proponentes de las políticas de
austeridad. De ahí que debería ser un motivo de gran atención mediática
averiguar cómo se define tal supuesta confianza de los mercados, y quién
tiene el poder de definición. Es sorprendente, en este sentido, la
escasa atención mediática sobre estos puntos.
El indicador más frecuentemente utilizado para medir tal confianza de
los mercados son los intereses que el Estado debe pagar para poder
vender su deuda pública. A mayor desconfianza, mayores los intereses, y
viceversa. A mayor confianza, menores intereses. Pero, ¿quién define los
intereses? La respuesta conforme a la ortodoxia neoliberal es que son
los “mercados”. Pero, como toda ortodoxia, ésta se basa en fe más que en
evidencia. Ésta muestra que, en general, son las agencias de valoración
de bonos las que, con sus evaluaciones, guían el comportamiento de
tales mercados financieros. En realidad, uno de los instrumentos más
valiosos que tienen las instituciones financieras (tales como los
bancos, las compañías de seguros y los fondos de alto riesgo) que
intervienen en el supuesto mercado, son las agencias de evaluación de
los productos financieros (en inglés Credit Rating Agencies) que, en
teoría, valoran tales productos –como los bonos públicos de los Estados-
y dicen a las instituciones financieras si vale la pena invertir en
ellos o no. Cuando una de tales agencias valora negativamente los bonos
públicos de un Estado, éste tiene que aumentar los intereses de tales
bonos a fin de hacerlos más atractivos para las instituciones
financieras. Es lo que se llama “recuperar la confianza de los
mercados”.
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