Diagonal.
"La mejor manera de defender algo es reinventarlo todo".
"Nuestra venganza es ser felices".
“¡Más madera, es la guerra!” El tren de los Hermanos
Marx es hoy la imagen más exacta del capitalismo. Desbocado, en fuga
hacia adelante, desmantelándose a sí mismo para seguir alimentando el
fogón de la máquina. Derechos, garantías, vidas, riquezas, recursos,
cuidados, vínculos, el edificio entero de la civilización social
moderna. La loca carrera del capitalismo amenaza con devorarlo todo. No
hay ningún plan de conjunto ni a largo plazo: sólo echar toda la madera
necesaria para que la máquina siga funcionando. El capitalismo se ha
vuelto completamente punk: “no future”.
Algo muy profundo se ha roto. Hacemos como si nada,
pero lo sabemos. La sensación generalizada es: “todo se ha vuelto
posible”. Que la UE saque a España del euro, un corralito o una
insurrección. Cualquier cosa. Pero nos aferramos a la posibilidad más
remota: que las cosas sigan igual, que volvamos a la “normalidad”. El
capitalismo improvisa, pero también los movimientos que se le oponen. No
hay brújula que valga, los mapas que tenemos se nos caen de las manos,
no sabemos dónde vamos. Parece como si sólo nos quedara ir siguiendo los
acontecimientos del día: ayer lo del Rey, hoy lo de Repsol, mañana ya
veremos. The time is out of joint.
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