Carles Camps Mundó
Mientras Tanto.
Cuando las actuales autoridades españolas y catalanas trabajan para
imponer medidas restrictivas extraordinarias en nombre de la protección
de la democracia, precisamente están haciendo todo lo contrario:
desacreditarla.
Nos están diciendo, lisa y llanamente, que todo lo que hemos votado
los ciudadanos para otorgarnos derechos y deberes, con todas sus
garantías, es insuficiente, y que es necesario restringir la libertad
—¡oh, paradoja!— para protegerla. El discurso del miedo. Pero ¿quién
tiene miedo realmente? Porque, ¿de qué libertad nos hablan sobre todo?
¿De la de mercado para continuar estafándonos y empobreciéndonos?
Contra todo aquello que, según nos quieren hacer creer los que se
sientan en las poltronas del poder económico y político, es un atentado
contra la libertad —la queja, la protesta, la resistencia y, en último
extremo, la violencia—, sólo hay un remedio: más libertad, y la libertad
no lo es sin justicia, sin igualdad —social y de género—, sin
distribución equitativa, sin pleno empleo, sin protección social
—educación, sanidad, vivienda, pensiones—, sin el respeto de las
mayorías por las minorías —ideológicas, raciales, lingüísticas, de
opción sexual—, sin una vida digna garantizada... En definitiva, la
libertad no lo es si al menos los derechos constitucionales no son
derechos de verdad y sólo se pueden disfrutar como privilegios que se
obtienen con dinero....
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