Eduardo Garzón
Saque de Esquina
Cuando los ingresos de un Estado son insuficientes para cubrir sus
gastos (cuando hay déficit) y se necesita resolver el problema de
inmediato, este Estado recurre a vender deuda pública. Esto consiste
sencillamente en emitir títulos a nombre de una persona a cambio de que
esta persona le preste una determinada cantidad de dinero. A esa persona
se le denomina “inversor”
o “especulador”, y mediante este contrato el Estado se compromete a
devolverle el dinero dentro de un plazo acordado sumando además un
porcentaje del mismo en concepto de intereses. Por ejemplo, en el año
2010 un especulador recibe un título del Estado español y a cambio le
presta 1000 euros a un tipo de interés del 1% con fecha de vencimiento
de un año. En 2011 el especulador devolverá el título y el Estado
español le devolverá los 1000 euros más el 1% en concepto de intereses
(10 euros), en total: 1010 euros. El especulador termina con más dinero
del que tenía al principio, y de esta forma se lucra.
Para recordar el nombre de las transacciones es útil tener presente
lo siguiente. Se dice que el Estado “vende deuda pública” porque vende
unos papelitos (los títulos) a cambio de un préstamo. Se dice que el
especulador “compra deuda pública” porque compra esos papelitos (los
títulos) mediante un préstamo.
En nuestro ejemplo hemos supuesto que el especulador compra deuda
pública a cambio de un tipo de interés del 1%. Si hubiera conseguido
realizar la acción a cambio de un tipo de interés mayor, por ejemplo un
2%, entonces el especulador obtendría más dinero al final del período
establecido (1020 euros en lugar de 1010 euros). Cada país vende deuda
pública a un tipo de interés diferente al resto de países. A día de hoy
el estado Español se ve obligado a venderla en torno al 6,3%, el alemán
en torno al 1,4%, el griego en torno al 25,8%, etc (1).
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