Linda Lema Tucker
Alainet
Entre el 15 y 23 de junio confluyen
en Río de Janeiro concepciones de vida, intereses económicos y diversos
propósitos políticos que concreta un momento de definiciones sobre los
paradigmas y las lógicas dominantes que han de regir el futuro de la
humanidad.
Río+20, sin embargo, aparece en
2012 en un escenario altamente contestatario, con movimientos sociales
en el mundo que rechazan las exigencias arregladas por las corporaciones
transnacionales del poder global. Estos movimientos han puesto al
descubierto que en los dos últimos años las emisiones de dióxido de
carbono alcanzaron su mayor nivel histórico y que las reuniones de
Copenhague (2009), Cancún (2010), Nagoya (2010) y Durban (2011), fueron
solo escenarios en que los países causantes del calentamiento rehusaron
asumir sus responsabilidades y se dedicaron a promover soluciones falsas
como la “economía verde” y “gobernanza ambiental”, lo que pone de
manifiesto que las potencias hegemónicas no están dispuestas a cambiar
su matriz energética que genera las emisiones atmosféricas y que inciden
en el calentamiento global.
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