jueves, 10 de mayo de 2012

Que no se apague la luz: con el 15-M

Carlos Taibo
Rebelión.
 
Si en las filas del 15-M hay una figura personal que me molesta, ésa es la del cenizo: la de quien no ve sino problemas e insuficiencias en un movimiento que, a mi entender, es lo mejor, y lo más esperanzador, que hemos tenido en decenios. Pese a todos los efectos que podamos atribuirle, sus virtudes despuntan con claridad: ha propiciado la forja de una nueva identidad contestataria, ha dado alas a muchas iniciativas afines, ha colocado en la agenda debates que el sistema había intentado arrinconar, ha conferido dignidad a la perspectiva de la asamblea y de la autogestión, y, por encima de todo, ha permitido que muchas gentes descubran que pueden hacer cosas que parecían no estar a su alcance. 
 
A la plaga de los cenizos se ha sumado a menudo la de quienes han preferido hablar sin saber. Son los mismos que han identificado, sin margen para la duda, un declive irreversible en el movimiento del 15 de mayo. No creo equivocarme si afirmo que semejante visión es tributaria de las distorsiones que alimentan los medios de incomunicación del sistema. A los ojos de éstos el 15-M sólo interesa cuando de por medio se revela la convocatoria de alguna macromanifestación o cuando hay hechos violentos en la trastienda. 
 
Tengo la firme convicción, sin embargo, de que el futuro del movimiento se dirime, antes bien, de la mano del trabajo, casi siempre sórdido y poco vistoso, registrado en barrios y pueblos. Y en este terreno el 15-M permanece afortunadamente vivo, pero que muy vivo.....
 

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