Hugo Francisco Bauza
La Nación.com.
Pigs es la voz con la que los ingleses designan a los 
cerdos, pero es también la voz con la que gente de los países hoy 
económicamente fuertes de Europa designan a los económicamente débiles. 
En este último caso, si bien PIGS es el acrónimo o suma de iniciales de 
Portugal, Irlanda, Grecia y España (en su denominación británica,  Spain 
 ), por efecto de la homonimia implica una remisión innegable a esos 
animales; a esas cuatro letras hoy añaden otra "i", en alusión a Italia,
 atenazada también por la crisis económica.
Sorprende, provoca estupor y duele que en prestigiosos 
periódicos europeos, en conversaciones de todos los días e, incluso, en 
ambientes universitarios -lo he escuchado en la prestigiosa Sorbonne- se
 hable lisa y llanamente de los  pigs  (cerdos), en alusión a 
esas naciones que financieramente atraviesan momentos difíciles. ¿Cómo 
es posible que países como Alemania o Francia, que tanto deben a Grecia,
 puedan referirse, por ejemplo, a la Hélade con un apelativo que suena 
infamante? Es algo grave y también es señal de que ignoran su pasado y, 
ciertamente, sus raíces.
En la  República  de Platón, en el diálogo entre
 Glaucón y Sócrates, luego de la descripción de una ciudad ideal regida 
por el orden, el hermano del filósofo de la Academia pregunta al 
maestro: "Si tuvieras que preparar, Sócrates, una ciudad de cerdos, 
¿dispondrías de otros alimentos que los ya citados?". Resulta grosera, 
aunque gráfica, la referencia a la  hyôn pólis,  "ciudad de cerdos", vertida en el citado tratado para aludir, metafóricamente, a ciudades gobernadas por la anarquía.
 

 
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