José Ramón Villanueva
El Periódico de Aragón.
Asistimos al constante sacrificio, ante la pira encendida por los
mercados de nuestras políticas sociales que tanto costó conseguir, al
gradual e imparable deterioro del Estado de bienestar por las medidas de
ajuste y austeridad presupuestaria que imponen los gobiernos, que cada
vez exigen más sacrificios y recortes a los derechos laborales y
sociales de los trabajadores.
Mientras, la banca privada y sus intereses campan sin freno en medio
de la profunda crisis que sufrimos. Tal vez por ello, hoy más que nunca
añoramos la falta de una potente banca pública estatal, aquella que,
lamentablemente, fue desmantelada en España por sucesivos procesos
privatizadores más que discutibles creando así un vacío que, en las
circunstancias actuales, resulta imposible de cubrir por el ICO. Por
ello, recuperar la banca pública es una exigencia común de la izquierda,
de asociaciones como ATTAC, del Movimiento 15-M y de otros colectivos
sociales.
Sin embargo, la cuestión de la banca pública no es un tema reciente
ya que aparece con frecuencia en el pensamiento del socialismo utópico
del XIX. Este era el caso de Louis Blanc, que consideraba que el Estado debía de ser "el banquero de los pobres" o de Proudhon,
que defendía la necesidad de crear un gran banco nacional donde el
crédito, concedido a un interés muy bajo, estuviese al alcance de todos y
cuyo capital procediese de un impuesto sobre la propiedad. Por su
parte, también en el Manifiesto Comunista de 1848 se propugna la
centralización del crédito por parte del Estado con un banco nacional.....
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