Marzo 2012
Al terminar el año 2011, España tenía 5,3 millones de parados, el
equivalente al 23% de su población activa, y todas las previsiones para
2012 señalan que estas cifras seguirán empeorando, como consecuencia de
una nueva caída en la actividad económica. Ante semejante deriva, la
creación de empleo de calidad, a corto y a medio plazo, debe ser el
objetivo irrenunciable de la política económica, que exige una rotunda
movilización de todos los esfuerzos en esa dirección.
En este escenario, adverso y crítico, el gobierno ha impulsado una
nueva reforma laboral, insistiendo en un camino fracasado que se ha
transitado ya otras veces con los mismos resultados: retrocesos sociales
y aumento de la precariedad laboral, sin que ello evitara la
destrucción de empleo en las crisis económicas, e incluso haciéndolo más
vulnerable a los cambios de ciclo. El último ejemplo es, precisamente,
la reforma que el gobierno anterior aprobó en 2010, que no ha tenido
ningún efecto positivo en la creación de empleo ni en la reducción de la
temporalidad. ¿Por qué otra vuelta de tuerca más?
La reforma laboral que se ha aprobado pone de manifiesto tanto una
fuerte carga ideológica y una clara intención de incrementar el poder
unilateral de los empresarios, vaciando de contenido los principios
clásicos del derecho laboral, como un diagnóstico equivocado sobre las
causas del paro y sus posibles soluciones.....
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