Leonardo Boff
Alai-amlatina.
Hay una ética subyacente tras la cultura productivista y consumista,
hoy ampliamente en crisis por causa de la huella ecológica del planeta
Tierra, cuyos límites hemos sobrepasado en un 30%. La superabundancia de
bienes y servicios como hasta hace poco tenía la Tierra necesita de un
año y medio para reponer lo que le extraemos durante un año. Y no parece
que la furia consumista esté disminuyendo. Al contrario, el sistema
vigente, para salvarse, incentiva más y más el consumo que, a su vez,
requiere más y más producción que acaba estresando todavía más todos los
ecosistemas y al planeta como un todo.
La ética que preside este
modo de vivir es la de la maximización de todo lo que hacemos: maximizar
la construcción de fábricas, de carreteras, de coches, de combustibles,
de ordenadores, de teléfonos móviles; maximizar programas de
entretenimiento, novelas, cursos, reciclajes, producción intelectual y
científica. La producción no puede parar, de lo contrario ocurriría un
colapso en el consumo y en el empleo. En el fondo es siempre más de lo
mismo y sin el sentido de los límites soportables por la naturaleza.
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