Marcelo Colussi
Rebelión.
Comencemos con una imagen visual de lo que queremos transmitir: hoy 
día pasó a ser frecuente en todas partes del mundo, borrando diferencias
 sociales, ver a la gente enfrascada en la pantalla de su teléfono móvil
 olvidándose de todo lo que sucede a su alrededor. Para alguien de una 
época anterior, alguien de la década del 70 del siglo pasado por 
ejemplo, la escena sería incomprensible: multitudes de personas que no 
se hablan entre sí pero que están fascinadas con la imagen con que se 
"comunican" con otros virtuales. Esto lo podríamos ampliar con los datos
 que arrojó una reciente investigación hecha en algún país 
centroamericano: consultados varios cientos de jóvenes en relación a qué
 conducta seguirían si suena su teléfono móvil cuando están haciendo el 
amor, alrededor de un tercio respondió que, ¡por supuesto contestarían! 
Para ese observador de algunas décadas atrás, la respuesta podría 
parecer incomprensible: ¿se prefiere responderle a una máquina a hacer 
el amor? ¿Qué queremos decir con todo esto? Que la cultura del consumo 
de "cosas", si bien por un lado puede abrir nuevas e increíbles 
posibilidades, también puede estar al servicio de transformarnos en unos
 soberanos estúpidos. 
¿La humanidad es más "rica" ahora que 
hace 200, o 1.000, o 5.000 años? La pregunta puede dar para varios tomos
 de respuesta, o interminables miles de horas de discusiones (o 
muchísimos terabytes de almacenamiento de información, debería agregarse
 para estar acorde a los tiempos). 
 

 
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