Manuel G. Sesma
Migajas
Migajas
La cumbre de ayer había levantado
muchas expectativas, aunque sus grandes actores se hubieran empeñado en los
últimos días en quitarle hierro al asunto. En ello tuvo mucho que ver el hecho
de retrasar la reunión del Ecofin; pues esto descafeinaba la cumbre, al no
poner sobre la mesa cifras concretas, sino tan solo medidas o intenciones
políticas.
Sobre la mesa había tres
cuestiones: 1) Quita de la deuda griega; 2) Recapitalización de la banca; y 3)
Consolidación del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera.
Quizás de las tres la única que
responda realmente a una lógica madura sea la primera. Al final parece que se
reafirma con un 50%. Digo parece, porque la medida se sigue discutiendo y
va ser motivo de más que un titular. No
obstante, de aplicarse finalmente, es vergonzoso e irritante que se haya
tardado tanto en aprobarla. Es motivo de sonrojo para toda la clase política
europea que después de no pocos encuentros y reuniones en Bruselas, y de
apremiantes exigencias de estrangulamiento a la soberanía griega, hayan
descubierto que por ese camino la vaca de la que pretendían obtener incesante
leche para satisfacer a la banca francesa y alemana, entre otras, estaba a
punto de morir por culpa de la serie constante de golpes a la que la estaban
sometiendo las instituciones económicas europeas y el FMI.
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