Sandra Russo
Página12
Los jóvenes de los países árabes en la calle, gritando contra los dictadores, pidiendo democracia, merecieron hace unos meses su palabra: primavera; el ojo que los miraba y la voz que hablaba de ellos los ubicó allí, en lo turgente, en lo que nace, en el ciclo que se abre.
Ahora
ese ojo no ve nada que nazca ni que se abra: otras varas y miras más
estrechas y aisladas se fijan sobre los jóvenes norteamericanos, aunque
el ojo sea el mismo. Ahora que reventaron las alcantarillas de entrecasa
y por ellas salieron los indignados norteamericanos, ahora que ya no
son sus negros o sus hispanos los que protagonizan alguna protesta
callejera, sino los norteamericanos pura cepa, los presuntamente
admitidos en el sistema, la voz que nombra las cosas no habla de
primavera ni alienta el ánimo que los embriaga.
Esos jóvenes no
serán, como sus coetáneos árabes, analizados como emergentes de un deseo
profundo y colectivo, ni sus gritos serán escuchados como un deseo de
libertad y justicia. Los ocupantes de Wall Street cargan con la mirada
despectiva del ojo global que los mira, y que está mareado. Desde hace
meses, casi todo este año, hubo demasiadas plazas que mirar. Hubo una
tanza débil pero extendida desde aquella plaza Tahrir de El Cairo al
puente de Brooklyn. Es todavía difícil descifrar de qué está hecha, qué
corre exactamente en su interior. Desde las plazas revolucionarias de
Africa a estas performances más parecidas a los actings de Greenpeace
que al Mayo del ’68 hubo muchas otras escenas replicantes de un mismo
grito dicho en diferentes lenguas y en diversos grados de intensidad.
Hubo sonidos guturales en Londres incendiada, hubo y hay intentos
urgentes de organización en España, hay revueltas reprimidas casi a
diario en Atenas, hay un grito que resuena en Israel, y de todo ese
enorme mosaico generacional de todo el mundo emerge apenas un nombre, el
de una chica, Camila Vallejo, la dirigente comunista de la FE chilena.
La de los estudiantes es la protesta de nuestra región, la que nos
corresponde, y su sentido va en el rumbo del contexto en el que emerge.
Pero los estudiantes chilenos piden lo mismo que los jóvenes israelíes o
los norteamericanos; piden Estado.....
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