miércoles, 14 de septiembre de 2011

El 15 M: Un movimiento peligroso

Manuel Medina 
Canarias Semanal
 
La indignación es un sentimiento que ha empezado a tomar cuerpo en nuestra sociedad. No es solamente una expresión de repulsa ante la hiedra creciente de injusticias que ahogan a la gran mayoría de los asalariados, sino también una expresiva manifestación de rechazo hacia hábitos del quehacer político vigente. No obstante, como han demostrado numerosas experiencias del pasado, si la indignación queda reducida a un gesto de rabia impotente está inexorablemente condenada al fracaso. Si alguna virtud ha tenido el 15M, nacido de forma espontánea hace apenas cuatro meses, es que una parte de sus integrantes ha sabido convertir la rabia en denuncia, la denuncia en acción y la acción en organización. 
Con esa sorprendente intuición que tantas veces han puesto de manifiesto los grandes movimientos sociales a lo largo de la Historia, el 15M ha tenido la sensibilidad de saber asentarse donde de manera natural le correspondía hacerlo: en los barrios y pueblos, en las universidades y esperamos que en un próximo futuro pueda hacerlo también en asambleas de trabajadores, profesionales, enseñantes, etc. Sucede que en los tiempos en los que las contradicciones se intensifican virulentamente las masas que intervienen en ellas multiplican la imaginación y el ingenio y rompen con ímpetu los moldes burocráticos e institucionales que hasta entonces han encorsetado su participación. 
 
En sus fases iniciales, la autorganización popular no ha obedecido nunca a reglas ni a principios preestablecidos. Las eclosiones sociales, como ocurre con los torrentes, abren arrolladoramente su propio cauce rompiendo con todo lo viejo y caduco que se interpone en su camino, creando nuevas formas de participación popular, originales relaciones entre sus integrantes e, incluso, facilitando la aparición de inéditos lenguajes comunicacionales. Eso ha sido evidente en el 15M en el curso de los tres últimos meses. El papel protagónico de quienes han participado como actores en las innumerables asambleas y manifestaciones ha hecho envejecer, de repente, la práctica política de la izquierda autista que comenzó a desnaturalizarse a partir de los Pactos fraudulentos de la llamada “Transición democrática”.....
 

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