Leonardo Boff. Teólogo
Deia
Afinando los muchos análisis hechos 
acerca del conjunto de crisis que nos asolan, llegamos a algo que nos 
parece central y sobre lo que toca reflexionar seriamente. Las 
sociedades, la globalización, el proceso productivo, el sistema 
económico-financiero, los sueños predominantes y el objeto explícito del
 deseo de las grandes mayorías es consumir sin límites. Se ha creado una
 cultura del consumismo propalada por todos los medios. Hay que consumir
 el último modelo de móvil, de zapatillas, de ordenador. El 66% del PIB 
en EE.UU. no viene de la producción sino del consumo generalizado. Las 
autoridades inglesas se sorprendieron al constatar que, entre quienes 
promovían los disturbios en varias ciudades no solamente estaban los 
habituales extranjeros en conflicto entre sí, sino muchos 
universitarios, ingleses desempleados, profesores y hasta reclutas. 
Gente enfurecida porque no tenía acceso al tan propalado consumo. No 
cuestionaban el paradigma de consumo sino la exclusión del mismo. 
En el Reino Unido después de Thatcher y en EE.UU. después de 
Reagan, así como en el mundo en general, va creciendo una gran 
desigualdad social. En el primero de ambos países, los ingresos de los 
más ricos se incrementaron en los últimos años 273 veces más que las de 
los pobres. Por eso, no es de extrañar la decepción de los frustrados 
ante un software social que les niega el acceso al consumo y 
ante los recortes en el presupuesto social, del orden del 70%, que los 
castiga duramente. El 70% de los centros recreativos para jóvenes fueron
 simplemente cerrados.  Lo alarmante es que ni el primer ministro David 
Cameron ni los miembros de la Cámara de los Comunes se tomaron el 
trabajo de preguntar el porqué de los saqueos en las distintas ciudades.
 Respondieron con el peor remedio: más violencia institucional.....
 

 
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