domingo, 4 de septiembre de 2011

Y ¿quién calma a los ciudadanos?

Víctor J. Sanz
Impresiones mías/Rebelión
 
Cuando los gobernantes de un país dan la espalda al pueblo para no dejarle ver qué se traen entre manos, el ciudadano está en su derecho, pero sobre todo en su deber de sospechar, de estar casi seguro de que no se trata de nada bueno para él. Y es en ese momento cuando se puede decir bien alto y bien claro, una vez más, que en ese país no hay democracia, que el poder no emana del pueblo, sino que emana, tal vez, contra el pueblo.
 
La ministra de Economía y Hacienda de España, Elena Salgado afirma que la reforma constitucional, que ha perpetrado el Gobierno del PSOE-PP a espaldas de los ciudadanos, “tendrá efectos positivos en los mercados[1]”. Pareciera que la tranquilidad de los mercados no es algo solamente incompatible con la tranquilidad de los ciudadanos, sino que más bien se trata de conceptos inversamente proporcionales entre sí.

De magnitudes formidables resultan los esfuerzos de los dos grandes partidos para que el pueblo no tenga ni la más mínima información al respecto de los verdaderos motivos que les llevan a perpetrar esta reforma constitucional con alevosía y ‘veraneidad’. Pero todavía más sorprendentes son los esfuerzos que derrochan para evitar que tal reforma se someta al voto ciudadano. Y todavía más sorprendentes, si cabe, cuando reparamos en que estos mismos representantes políticos sí nos ‘permiten’ elegirles a ellos mismos, lo cual demuestra que el pueblo puede equivocarse, y mucho; pero no hablamos de la capacidad de acertar o errar del pueblo, sino de su derecho inalienable de decidir por sí mismo sobre su futuro.

Representantes de PSOE y PP se limitan a transmitir a través de los medios de amansamiento masivo que la reforma constitucional es una reforma ‘buena’ para España. Bien, si están ustedes convencidos de ello, no tengan miedo en explicarnos los detalles, los ciudadanos haremos por entenderlos. No se queden ustedes en el “si es por tu bien…”, porque esa frase ha servido en demasiadas ocasiones para inaugurar desgracias....
 

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