Juan Ignacio Bartolomé Gironella, Jorge Fabra Utray
Público
Es la medida más suave que podía
tomar”. La justificación del presidente del Gobierno al proponer, con el
aplauso del PP, una reforma constitucional que condicionará durante décadas la
política económica, nos deja perplejos. ¿Cuáles serían las alternativas menos
suaves?
Desde la reunión del Consejo de
Ministros de Finanzas de la UE,
celebrada el 9 de mayo de 2010, el Gobierno ha ido tomando medidas a sabiendas
de que incidirían negativamente en la crisis, que ralentizarían el crecimiento
del PIB y aumentarían el paro, bajo el argumento de que se ve obligado a
hacerlo. ¿Qué está pasando? La explicación, que parece contar con un consenso
sorprendente, es que “los mercados”, orientados por las agencias de
calificación de riesgo, castigan el déficit de las administraciones públicas
con un aumento de las primas de riesgo e, incluso, con la amenaza de provocar la
quiebra del Estado. Ante lo cual la
UE exige reducciones drásticas del gasto público.
Lo asombroso es que se puede
constatar sin dificultad que el origen del déficit no está en el incremento del
gasto sino en la reducción de los ingresos públicos y que el volumen de la
deuda pública española se mantiene en niveles muy aceptables. La parte esencial
del gasto público va dirigida a la formación, a la sanidad, a la creación de
infraestructuras, a la seguridad, a la cohesión social y territorial… son
partidas necesarias para el funcionamiento eficiente de la economía y que,
además, generan demanda efectiva en momentos en que la reducción de la demanda
privada ostenta un protagonismo evidente en el origen y en la continuidad de la
crisis......
No hay comentarios:
Publicar un comentario