SinPermiso
La
excepcional combinación de crisis, conflictos y acontecimientos que están
sacudiendo al planeta entero parece confirmar la entrada en una transición
histórica cuya salida es difícil de adivinar y hace temer lo peor. No obstante,
el dato más esperanzador desde el inicio de las revueltas árabes es la
extensión creciente de la ocupación del espacio público en muy diferentes
partes del mundo por parte de millones de personas “indignadas”.
Esas
protestas, surgidas desde nuevas redes sociales —protagonizadas en un primer
momento por una juventud que, debido al capital cultural con que cuenta y a su
futuro de precariedad, comparte un mismo sentimiento de privación relativa
creciente— han tenido hasta ahora una dimensión principalmente expresiva y
simbólica, mientras que la basada en propuestas concretas y viables frente a este
capitalismo cada vez más injusto e insostenible tiene más dificultades para
abrirse paso. Pero lo más relevante es la confianza en la fuerza colectiva que
esas multitudes están obteniendo y, con ella, la capacidad que están mostrando
para perder el “miedo al miedo” que durante tanto tiempo ha logrado paralizar
la acción colectiva de los y las de abajo.
Es, por
tanto, a la crisis de legitimidad del “sistema” —representado fundamentalmente
por “políticos y banqueros” pero ampliándose cada vez más a la democracia
liberal, el capitalismo y sus medios de desinformación— a la que estamos
asistiendo, pese a que todavía estemos muy lejos de un cambio en la relación de
fuerzas social y política que permita arrancar victorias parciales
significativas a favor de otro proyecto de sociedad y de civilización. En todo
caso, es ya otra política —y otra forma de hacerla, basada en la democracia
participativa y directa y en el rechazo de la “profesionalización”— la que ha
irrumpido en la escena frente a la “política sistémica”.....
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