Juan Manuel Aragüés
Profesor de Filosofía de la Universidad de Zaragoza
El Periódico de Aragón
Si no fuese por la gravedad de
las consecuencias que para la mayoría de la población supone lo que acontece
con la economía europea, quizá cabría esbozar una sonrisa ante el espectáculo
de ingenuidad y/o incompetencia con el que nos regalan un día sin otro los políticos
que gestionan los destinos de la Unión Europea. Ingenuidad porque ante la
voracidad de los mercados piensan que con más sacrificios (de sus ciudadanos)
serán capaces de aplacar a este Moloch contemporáneo; incompetencia porque,
cuando tras cada nueva ofrenda al altar de los especuladores, éstos siguen
exigiendo más y más, ya deberían haberse dado cuenta de que por ese camino no
vamos a ninguna parte. O quizá es que, en algunos casos, en lugar de ingenuidad
o incompetencia, con lo que nos las tengamos que ver sea con altas dosis de
complicidad de individuos, e individuas, que saben quiénes son en estos
momentos los dueños del gallinero y sus gestos sean una manera de hacer puntos
ante los amos. Esos que luego te recolocarán, cuando dejes de ser presidente o
alto cargo, en alguna de sus empresas.
No estamos, desde luego, para
sonrisas. Pues de lo que se trata es de nuestro futuro, en manos de
irresponsables, incapaces o, como decía, cómplices. Una mirada sobre la actual
Unión Europea no provoca más que bochorno, al observar la debilidad política de
la misma. El problema es que esa debilidad política que ahora se manifiesta ha
sido uno de los objetivos constantes de quienes nos han construido así Europa.....
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