El País
Cada vez está más claro que
nuestra riqueza nacional obtenida en los largos años dorados del boom
inmobiliario no fue a parar a la educación. La educación, como podemos
comprobar un día sí y otro también, no es una de nuestras glorias nacionales, a
diferencia, por ejemplo, del fútbol o, hasta no hace mucho, de los toros. Y
aunque los políticos suelen hablar de la educación, la mayoría de ellos no
sienten ninguna devoción hacia ella y prefieren, por el contrario, estimular la
ignorancia, la burricie y la estupidez.
La educación en España provoca
mucho ruido y poco debate. En términos generales, nuestros políticos sienten
atracción por el poder, la comunicación, es decir, salir mucho en los medios, y
por sus votantes, aunque solo por los más fieles. Como para lograr todo eso no
necesitan estudiar, sentir el amor por el conocimiento, la educación les trae
sin cuidado. Hablan, eso sí, de formación, pero, en realidad, quieren decir
preparación, adquirir crédito profesional a través de un título, ganar dinero
fácil y con rapidez. La formación es otra cosa.
Como ocurre con casi todo en la
vida, no hay una única y simple verdad sobre la educación, pero hay un acuerdo
bastante básico entre los especialistas en señalar que la educación significa
el desarrollo integral de los individuos más allá de la preparación
profesional, algo que incluye necesariamente comprender la naturaleza de las
cosas y el mundo que nos rodea......
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